DIARIO DE UN SEÑOR RARO

En otras circunstancias, estaría acordándome de todos los parientes vivos y decesos de J. J. Abrams. En otras circunstancias, estaría renegando del cine de efectos y refugiándome en la introspección de Bergman. Pero no son esas circunstancias. Cargarse de un plumazo y en quince minutos más de cuarenta años de historias y universos, en otras circunstancias, me habría repateado las tripas. Pero no son esas circunstancias. No soy trekkie, muchos ya lo sabéis. De hecho soy warie. soy más de sables laser que de phasers. Pero eso no quita que disfrute (y mucho) de otra manera de contar aventuras espaciales. Me gustó la serie clásica. Quizás no tanto las siguientes (Nunca he soportado a Data. Spock es mucho Spock). Tengo todas las películas y las he visto (y disfrutado, sobre todo "Salvar la Tierra") más de una vez. Si fuera un trekkie convencido, quizás me hubiera cabreado por el hecho de que Abrams ha querido actualizar una saga en franca decadencia, reinventando a los clásicos. D

Cuando Bryan Singer adaptó el universo mutante de Marvel a la gran pantalla, una de las mayores dificultades que tuvo que afrontar era plantear los personajes en el mundo real. En la tercera parte, Brett Rattner se pasó todo eso por el forro, generando una orgía visual y de poderes y perdiéndose en la presentación de n-cientos personajes sin diálogo siquiera. De todos los personajes de la trilogía, Lobezno ya era protagonista en los comics. No era de extrañar que siendo el primer mutante con serie regular, fuera el primero también en tener su propia película. No tengo nada que objetar a Hugh Jackman. Si obviamos el claro hecho de la diferencia de estatura (Lobezno en los comics mide alrededor de 1,50 m), Jackman es el actor adecuado para el papel. Y de toda la película es el único que no suena falso. Todos los demás personajes tiene unas reacciones y emociones demasiado "artificiales" que hacen que no te los creas. Si a eso unimos la cantidad de personajes con tres lineas de